Pactos elementales de khemr
Mientras los magos de Lithernia se afanan en desentrañar y manipular los hilos del Tejido del Maná, existe una tradición mágica más antigua y primal, una senda que no busca dominar la energía, sino negociar con ella. Son los Pactos Elementales de Khemr, un arte arcano basado en la comunicación, el respeto y la vinculación con los espíritus primigenios que habitan en el fuego, el agua, la tierra y el aire.
Quienes siguen esta senda, conocidos como “Pactantes” o “Khemritas”, no extraen poder del Tejido, sino que forjan alianzas con entidades elementales, ofreciéndoles un anclaje en el mundo mortal a cambio de una porción de su poder. Es una magia transaccional, íntima y a menudo peligrosa, pues un espíritu no es una herramienta, sino un socio con voluntad propia.
Orígenes y la Leyenda de Khemr
Las Leyendas sitúan el origen de estos pactos en la Era del Primer Rey, o incluso antes, en las desoladas tierras áridas del sur, hoy olvidadas. Se dice que el primer Pactante fue Khemr, un sabio de una tribu nómada cuyos chamanes eran incapaces de sentir el Tejido del Maná. En lugar de rendirse, Khemr aprendió a escuchar el mundo de otra manera: el silbido del viento en los cañones, el crujido de la tierra bajo el sol abrasador, el murmullo de un manantial oculto.
La crónica cuenta que, ante una sequía que amenazaba con aniquilar a su pueblo, Khemr meditó durante cuarenta días y cuarenta noches hasta que su propia esencia se fundió con el paisaje. Fue entonces cuando un poderoso espíritu del aire, un Djinn antiguo y altivo, le habló. Khemr no exigió, sino que ofreció: le prometió al espíritu llevar sus historias a todos los rincones del mundo a cambio de la lluvia que salvaría a su gente. El Djinn, conmovido por la humildad y la audacia del mortal, aceptó. La tormenta que siguió no solo regó los campos, sino que selló el Primer Pacto. Khemr se convirtió en el primer mortal en ser un canal viviente para un espíritu elemental, y su conocimiento se extendió entre aquellos que sentían más afinidad por el mundo natural que por las complejidades arcanas del Tejido.
La Naturaleza del Pacto
Un Pacto Elemental es fundamentalmente un contrato simbiótico. El Pactante no “lanza” un hechizo en el sentido tradicional; invoca el poder de su socio espiritual para que manifieste un efecto en el mundo. Esto tiene profundas implicaciones:
- El Vínculo Espiritual: El Pactante se convierte en un ancla para el espíritu en el plano material. A través de sus ojos, el elemental experimenta el mundo de los mortales. Esta conexión es constante y afecta la personalidad y la apariencia del Pactante. Uno ligado a un espíritu de fuego puede volverse apasionado e impulsivo, con un brillo rojizo en los ojos, mientras que un Pactante de tierra puede ser paciente, terco y tener la piel con una textura pétrea.
- La Ofrenda y el Precio: A diferencia de la La_Crisis_de_la_Fatiga_de_Maná,
el coste de un pacto es la ofrenda. Cada acto de poder
requiere un pago al espíritu. Este precio rara vez es simple energía; es
algo significativo para el elemental.
- Un espíritu de agua podría pedir que el Pactante purifique un estanque contaminado, derrame una lágrima de genuina tristeza o simplemente pase tiempo contemplando el mar.
- Un elemental de fuego podría exigir la quema de un objeto de valor sentimental, que el Pactante participe en una celebración vibrante o que comparta la calidez de su propia furia en batalla.
- Un espíritu de tierra puede requerir que se plante un árbol, se construya un muro de piedra para proteger una aldea o se le ofrezca una gema rara para “consumirla”.
- Un elemental de aire podría pedir que se libere a un pájaro enjaulado, se recite un poema en la cima de una montaña o se comparta un secreto al viento.
- Riesgos de un Pacto Roto: Romper los términos del acuerdo o fallar repetidamente en las ofrendas es catastrófico. Un espíritu ofendido puede abandonar al Pactante, dejándolo impotente y vulnerable. En casos peores, el espíritu puede volverse hostil, retorciendo el vínculo. Un Pactante de agua abandonado podría ahogarse en tierra firme, mientras que uno de tierra podría sufrir una petrificación lenta y agónica.
Tipos de Pactos Elementales
Aunque existen innumerables espíritus menores, los grandes Pactos se establecen con entidades ligadas a los cuatro elementos Primordiales.
Pactos del Fuego
Asociados con la diosa Solniria y los Genasi de Fuego, estos pactos se forjan con salamandras, ifrits y otras almas ígneas. Los Pactantes del Fuego son a menudo guerreros apasionados, herreros inspirados o destructores implacables. Su poder es volátil y espectacular, pero sus socios espirituales son caprichosos y exigentes. En Mor’dhul, existen Pactantes oscuros que se vinculan con elementales de fuego corrompidos por el eco del Lilium, espíritus consumidos por un dolor y un hambre eternos que exigen sacrificios de vida como ofrenda.
Pactos del Agua
Vinculados a la diosa Yfrit y a los mares de Galvorn, estos pactos se sellan con ondinas, nereidas y espíritus de las profundidades. Los Pactantes del Agua son sanadores, navegantes, protectores de costas o invocadores de maremotos. Los espíritus del agua son antiguos, sabios y a menudo melancólicos, recordando mundos ahogados y eras perdidas. Un Pactante de agua puede sentir la emoción de cada gota de lluvia y el peso de los océanos en su alma.
Pactos del Aire
Bajo el dominio de dioses como Quiteon y Exion, estos pactos conectan al mortal con sílfides, Djinns y los mismos vientos. Son los pactos más difíciles de mantener, pues sus espíritus valoran la libertad por encima de todo. Los Pactantes del Aire son exploradores, espías y mensajeros inigualables, capaces de volverse invisibles como una brisa o desatar la furia de una tormenta. Suelen encontrarse en las flotas de Galvorn o como ermitaños en las cimas de las montañas de Valtoria.
Pactos de la Tierra
Resonando con el panteón enano de Rokael y Cirkon, estos pactos se establecen con Gnomos de tierra, xorns y los espíritus de la piedra y la montaña. Los Pactantes de la Tierra son guardianes, constructores y seres de una fuerza y resistencia inmensas. Son comunes entre los Enanos de Valtoria y los Goliaths, quienes ven el pacto no como magia, sino como una conversación sagrada con la propia montaña. Sus espíritus son pacientes y lentos para la ira, pero una vez ofendidos, su rencor es tan inamovible como una cordillera.
Los Pactantes en el Mundo Actual
La práctica de los Pactos de Khemr es minoritaria pero respetada en ciertos círculos, y vista con recelo en otros.
- En Galvorn, los Pactantes de agua y aire son comunes y valiosos. Un capitán de barco con un pacto con el viento es una bendición de los dioses, y un sanador que negocia con espíritus de agua es tan fiable como el mejor clérigo.
- En Valtoria, los Pactos de Tierra son una tradición sagrada. Se considera que los Pactantes son la “Voz de la Montaña” y sus consejos son escuchados con reverencia en el Concilio.
- En Eldrador, los elfos ven esta práctica como algo burdo y primitivo. ¿Por qué suplicar a un espíritu cuando se puede ordenar al Tejido del Maná con elegancia e intelecto? Un Pactante elfo sería considerado un excéntrico, si no un paria.
- En Mor’dhul, esta magia adopta su forma más perversa. Los señores de la guerra Orcos forjan pactos con elementales de magma furiosos, y los nigromantes de Chéga experimentan con espíritus de tierra extraídos de cementerios profanados, dando lugar a abominaciones de hueso y lodo.
En última instancia, los Pactos Elementales de Khemr representan una filosofía mágica alternativa: una que enseña que el poder no se toma, se comparte. Para un Pactante, el mundo no es un recurso a explotar, sino una asamblea de voces antiguas a las que uno debe aprender a escuchar y respetar.